DESARROLLO PSICOSOCIAL DE LA ADULTEZ TEMPRANA
Desarrollo Social:
Es una etapa de la vida en la que la socialización es básica, ya que el sujeto pasa de una existencia sin responsabilidades a formar una familia, con todo lo que ello supone, además de unas exigencias de horario de trabajo debidas a su nueva actividad laboral.
Este es un cambio espectacular de obligaciones y deberes, tanto en la planificación de su futuro, como en la estructura de una nueva vida.
Todo esto implica un giro en su estatus social y, por supuesto, en sus relaciones sociales y comportamientos. Todos los cambios que se producen en la edad adulta indican que los aspectos sociales son la clave de la madurez.
Lo que especialmente marca el cambio de vida del sujeto, no es tanto la edad, sino la época y la sociedad en la que le ha tocado vivir. El sujeto irá actuando en cada momento según las exigencias que determinan los roles y estatus sobre los que va pasando. Además, cada momento socio-histórico tiene sus normas y tareas.
Durante la edad adulta temprana, se van a producir en el sujeto cambios transcendentales:
Va a elegir un compañero con el que compartir su vida, lo que supone un aprendizaje en la convivencia y un cambio en su estado social.
Suele ser el momento de su primer trabajo, con sus incertidumbres y su integración en un grupo social determinado; con amistades nuevas.
Ahora bien, todo gira en torno a dos pilares fundamentales: la familia y el trabajo. Adquirir los roles familiares puede venir determinado por búsqueda de intimidad y el miedo al aislamiento.
Algunos autores consideran que, entre la edad adulta temprana y la media, se da un período de transición o crisis, en el cual el sujeto se replantea su vida. Esto coincide con un pequeño declive físico, con la pérdida de los padres, la adolescencia de los hijos, la crisis matrimonial e, incluso, posibles cambios de trabajo.
Otros autores consideran que estas crisis se producen sólo en aquellos sujetos con inestabilidad psicológica y con determinadas tendencias neuroticistas desde la adolescencia.
El Matrimonio e Hijos:
El matrimonio representa un hito en el ciclo vital. La relación de pareja abarca toda la edad adulta, es un proceso a su vez con etapas en que se superpone la evolución personal, de la pareja y del ciclo vital familiar.
Es durante la edad temprana, cuando los sujetos toman la decisión de casarse, quedarse solteros, dedicarse a su vocación, o bien, vivir formando pareja con otra persona. Esto implica una gran determinación, ya que una relación íntima supone un compromiso que está siempre fundamentado en el amor.
Hay un momento en que el joven adulto no puede permanecer en el hogar paterno: no requieren cuidados parentales, no desean vivir como niños, pero todavía son miembros de la generación filial.
Tampoco aceptan la autoridad del padre como jefe de la familia, porque sus objetivos de vida y sus necesidades son diferentes (incluso divergentes) a las del padre. El joven se transforma en un miembro adulto del hogar, pero con escasas prerrogativas.
Sus afectos y motivaciones ya están fuera del hogar, su grupo de amigos es ahora una importante fuente de gratificaciones. Se concibe el período de soltería como un momento de libertad y de búsqueda antes de asumir responsabilidades y restricciones de la vida de pareja, que comienza a acelerarse por la presión que experimenta ante el hecho de que su grupo de pares se casa y comienza a sentirse desplazado.
DESARROLLO PSICOSOCIAL DE LA ADULTEZ INTERMEDIA
El desarrollo de la edad media (40 a 65 años) es la etapa donde se consolida la construcción de la identidad y la época donde el ser humano puede desarrollar por completo su potencial y alcanzar su mayor realización como individuo. El psicólogo humanista Abraham Maslow (1968) denominó en su jerarquía de necesidades humanas a este proceso como “autorrealización” que es la capacidad de armonizar el yo con las experiencias vividas.
Desarrollo
psicosocial:
En el desarrollo humano son pautas de
cambio en las emociones, personalidad y relaciones sociales.
El cambio psicosocial en la mitad de la vida supone estabilidad emocional y
madurez para la persona. Estas características son las que permiten hacer
contribuciones más productivas a todo su entorno social sea familiar, laboral,
de amistades, etc. Varios teóricos del desarrollo humano han estructurado
investigaciones para determinar los problemas concernientes al yo: por
ejemplo, la individuación propuesta por Carl Jung establece
que en esta etapa surge el verdadero yo a través del equilibrio entre las
partes discordantes de la personalidad y como resultado el individuo se enfoca
en obligaciones y responsabilidades familiares, así como en el desarrollo de
aspectos que le permitan alcanzar sus objetivos trazados.
Por otro lado,
Erick Erikson propone en esta etapa el desarrollo de la generatividad que
es el interés de los adultos maduros por orientar y ayudar a la siguiente
generación a que logre establecerse (Papalia, 2012). La cualidad que
define a esta etapa es la conducta prosocial de
interesarse por los demás.
Uno de los problemas más característicos que se producen en esta etapa
es la crisis de la mitad de la vida que se caracteriza
por el estrés intenso resultado de una revisión de la vida pasada y la constatación
de no haber alcanzado ciertos objetivos o no verse como una persona realizada
en ciertas áreas. En esta crisis la resiliencia del yo juega un papel
primordial como punto decisivo para salir victorioso de las transiciones
complejas y características de esta etapa psicosocial. Será esta
habilidad para adaptarse flexible e ingeniosamente a las condiciones de estrés,
la que permitirá construir y darle propósito a la vida.